Los musulmanes peregrinan a la Meca por que fue ahí donde nació Mahoma; los judíos al Muro de los Lamentos porque esa pared es lo que queda del bíblico Templo de Jerusalén, único lugar donde tenía permitido adorar a Yahveh.
Los católicos españoles recorren el camino de Santiago para rendir homenaje al apóstol en la capital gallega, Santiago de Compostela; los mexicanos acuden en números que ascienden a los millones a la Basílica de la Virgen de Guadalupe.
Esas son las peregrinaciones: miles de personas que recorren un camino para rendir homenaje a una figura sagrada, a un profeta o a una aparición divina.
Es realmente desconcertante saber que la casa, ubicada en la calle de Chihuahua 216, en la Colonia Roma de la Ciudad de México, se está transformando en destino de peregrinaciones.
Además de las consabidas personas que asisten a buscar una audiencia para gestionar problemas o causas perdidas, ahora están acudiendo a la casa de campaña de Andrés Manuel López Obrador, turistas, personas interesadas en conocer el lugar “donde todo ocurrió” y ver si en un descuido, pueden ver la cabecita blanca del nuevo profeta.
¿Qué sigue?
¿Un santuario en Macuspana? ¿Un monumento al Jetta Blanco?
Las grandes expectativas que ha prometido el gobierno que viene están generando situaciones ridículas como el flujo de “peregrinos” a los lugares santos del “Pejismo”.
Esperemos que esas grandes expectativas no terminen reventando como un enorme globo.